ESCÁNDALO EN TELECINCO: Sandra Barneda cancelada, las audiencias se desploman y los directivos señalan a Jorge Javier 
La catástrofe ha llegado a Telecinco con nombre propio: Sandra Barneda.
Su último proyecto, que prometía dar un giro a la programación vespertina del canal, ha terminado siendo un auténtico desastre.
Apenas ha durado unas semanas al aire y ya está en la cuerda floja.
Las cifras hablan por sí solas: audiencias en caída libre, desinterés total del público y un batacazo sin precedentes en los índices de cuota.
El debut de Sandra, lejos de ser el soplo de aire fresco que prometía alejado del estilo “Sálvame”, se ha hundido en el mismo fango de siempre, sin aportar absolutamente nada nuevo ni atractivo.
Los ejecutivos de la cadena están al borde de un ataque de nervios.
Según fuentes cercanas, hay pánico en los pasillos de Fuencarral.
La presión ha aumentado de forma drástica y ya hay voces que hablan de cancelación inmediata.
El programa de Barneda, co-presentado junto a César Muñoz, no ha logrado ni acercarse al rendimiento esperado.
Y mientras eso ocurre, el resto de la programación no levanta cabeza.
La serie “Mía es la venganza”, que se vendía como el nuevo gran éxito del verano, ha sido una decepción monumental, quedándose en apenas 700.
000 espectadores y un triste 7% de share.
Comparado con la competencia directa, como “Amar es para siempre”, que ronda el 11%, la derrota es brutal.
El fracaso es tan evidente que algunos ya hablan del final inminente de “Así es la vida”, que podría no sobrevivir ni hasta septiembre.
La duración media de los nuevos formatos no supera los dos meses, y eso ya es indicativo de un modelo completamente roto.
La franja vespertina, que años atrás era el motor de Telecinco con cifras superiores al 13%, ahora se ha convertido en un desierto de audiencias.
Ni siquiera Christian Gálvez y su “25 Palabras” consiguen salvar los números.
Su cuota de pantalla ha bajado hasta un preocupante 10%, un dato inaceptable para una cadena que durante años dominó la tarde televisiva en España.
Pero eso no es todo.
La actual edición de “Supervivientes” ha sido la menos vista de la historia del formato, y los nuevos colaboradores contratados simplemente no conectan con la audiencia.
Y mientras los formatos se hunden, las tensiones internas explotan.
La figura de Jorge Javier Vázquez, otrora intocable, empieza a tambalearse.
Aunque oficialmente no ha vuelto a la pantalla, su sombra sigue presente en los pasillos de Mediaset.
Muchos en la cúpula ejecutiva creen que su legado y su estilo televisivo son en parte responsables del estancamiento actual.
El intento de Telecinco por distanciarse de la era “Sálvame” ha sido torpe, inconsistente y carente de una estrategia sólida.
Y ahora los directivos están desesperados por encontrar culpables.
Uno de los puntos más alarmantes es el creciente número de denuncias públicas y enfrentamientos legales que rodean a la cadena.
La última en estallar ha sido Alba Carrillo, quien ha revelado que se ha personado como parte perjudicada en la “Operación Luna”, un escándalo que podría salpicar directamente a altos cargos del grupo.
Denuncias por intromisión en la privacidad, uso indebido de información sobre menores y filtraciones deliberadas desde la propia cadena forman parte de un cóctel explosivo que amenaza con estallar en cualquier momento.
Con este panorama, Telecinco está al borde del colapso estructural.
Lo realmente preocupante es el silencio de muchos pesos pesados de la cadena.
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Figuras como Jorge Javier Vázquez, que antaño salían a defender cada movimiento de Mediaset, hoy guardan un mutismo sospechoso.
¿Están siendo apartados poco a poco? ¿Se está fraguando una purga silenciosa? ¿O están simplemente esperando el momento oportuno para regresar y recuperar el trono perdido?
Lo cierto es que algo se está gestando en lo profundo de Telecinco.
Una guerra fría de egos, traiciones y decisiones ejecutivas que podrían terminar de hundir al canal o, en el mejor de los casos, darle una última oportunidad de resurgir.
Mientras tanto, el espectador asiste a este derrumbe con asombro y morbo.
Porque no todos los días se asiste a la caída de un gigante televisivo en tiempo real.
Sandra Barneda ha sido el chivo expiatorio de un sistema que ya no funciona.
Pero su salida no resolverá nada si no se toma una decisión drástica.
La televisión ha cambiado, el público también.
Y Telecinco, si quiere sobrevivir, deberá dejar atrás la fórmula del grito, el conflicto vacío y la polémica artificial.
O se reinventa, o desaparece.
Lo que está claro es que esta historia aún no ha terminado.
El desplome apenas comienza y las consecuencias serán devastadoras.
Agárrense, porque lo que viene será todavía más salvaje.
No hay identidad clara, no hay formatos sólidos, y el público ha dado la espalda.
Los fichajes más recientes no han traído frescura ni calidad.
Al contrario, han dejado en evidencia la falta de criterio y la desesperación por recuperar algo de relevancia.
Y Sandra Barneda, que debía ser la imagen de una nueva etapa, se ha convertido en el rostro visible del fracaso.
Es probable que no llegue ni al final del verano.
Y en términos de coste-beneficio, muchos ejecutivos ya consideran más rentable emitir películas de catálogo que seguir tirando dinero en programas sin alma ni audiencia.
Pero lo más inquietante no es el desplome de audiencias.
